a partir de la experiencia en el 1er coloquio de letras hispánicas “José Revueltas” y transversalmente a mi experiencia como joven poeta
La poesía ocurre contra el egoísmo en la vida, contra el autoritarismo mental, contra el genocidio de la diferencia. La poesía que escribimos es la revolución de un ArcoIris que inevitablemente se transforma en una rebeldía de diversos colores y matices, rojo, amarillo, azul: verde, naranja, violeta. Una rueda cromática de lenguaje que se convertirá en un huracán revolucionario.
A partir de mi experiencia en el cierre poético de este coloquio, doy gracias a Rojo Córdova, quién me abrió las puertas a esta comunicación-forjamiento de comunidad a través de las sonrisas, del juego: la dinámica del Slam y el premio que es tan sólo el premio de cualquier juego de niños. Incluso significativo por la voluntad de cooperación para formar dicho premio, con su aporte de arroz, frijoles, mole, dulces y claro revistas y libros de proyectos que se gestan entre los jóvenes; además de la sana presencia de un auditorio Che Guevara, generosamente lleno.
Creo, afirmo tajantemente contra los que publican que en la poesía mexicana no pasa nada, a que están en una grave mentira, una mentira cómplice de la ignorancia y del egoísmo que supone el encastramiento mental en un estilo de vida incapaz de descender su mirada a una generación que ya es otra.
Yo me afirmo a esta generación porque comparto la unidad de mi vida con las palabras de estos chicos a los cuales quiero pertenecer. La poesía mexicana ya es otra porque lo que ha hecho es confrontarse grupalmente contra los calificativos solemnes de una tradición más que contra la tradición misma, batalla que sería además carente de sentido. Con ello proclamo al mundo cultural que se están inaugurando y transitando una serie de características alucinantes para algo que no se había previsto en México: Poesía, Performance, Slam, Improvisación, Cruzamiento de lenguajes, Extremos cada vez más extremos y jóvenes.
Hacemos nuestra patria más vasta, porosa y combustible; quitándonos la atadura de lo “nacional” socavando la bandera, el concepto de una patria, de un himno, de un sistema que nos ha fallado. Hemos roto lo museístico de nuestro lenguaje poético, devuelto música, fiesta. Por fin hemos agarrado con las manos los objetos sagrados de la cultura y volveremos a cantar el himno de un futuro país poético: el país de la revolución.
A partir de mi experiencia en el cierre poético de este coloquio, doy gracias a Rojo Córdova, quién me abrió las puertas a esta comunicación-forjamiento de comunidad a través de las sonrisas, del juego: la dinámica del Slam y el premio que es tan sólo el premio de cualquier juego de niños. Incluso significativo por la voluntad de cooperación para formar dicho premio, con su aporte de arroz, frijoles, mole, dulces y claro revistas y libros de proyectos que se gestan entre los jóvenes; además de la sana presencia de un auditorio Che Guevara, generosamente lleno.
Creo, afirmo tajantemente contra los que publican que en la poesía mexicana no pasa nada, a que están en una grave mentira, una mentira cómplice de la ignorancia y del egoísmo que supone el encastramiento mental en un estilo de vida incapaz de descender su mirada a una generación que ya es otra.
Yo me afirmo a esta generación porque comparto la unidad de mi vida con las palabras de estos chicos a los cuales quiero pertenecer. La poesía mexicana ya es otra porque lo que ha hecho es confrontarse grupalmente contra los calificativos solemnes de una tradición más que contra la tradición misma, batalla que sería además carente de sentido. Con ello proclamo al mundo cultural que se están inaugurando y transitando una serie de características alucinantes para algo que no se había previsto en México: Poesía, Performance, Slam, Improvisación, Cruzamiento de lenguajes, Extremos cada vez más extremos y jóvenes.
Hacemos nuestra patria más vasta, porosa y combustible; quitándonos la atadura de lo “nacional” socavando la bandera, el concepto de una patria, de un himno, de un sistema que nos ha fallado. Hemos roto lo museístico de nuestro lenguaje poético, devuelto música, fiesta. Por fin hemos agarrado con las manos los objetos sagrados de la cultura y volveremos a cantar el himno de un futuro país poético: el país de la revolución.
* sólo me queda felicitar a quienes organizaron, participaron, asistieron a este 1er Coloquio de Letras Hispánicas en el Auditorio Che Guevara de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM; que por lo demás fue una lucha por marcar un territorio de la diversidad, en contra de los autoritarismos, y sobretodo apoyándose en la independencia y la alternancia. La construcción de este espacio supone que la transformación ya existe.
por Yaxkin Melchy, Ciudad de México. Noviembre 2009
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